¿Pegarle o no pegarle a la almohada?


Peleas entre hermanos: cómo ayudar a los niños a resolver un problema sin dañar su relación
Los padres tienden a creer que el mejor regalo que pueden darle a sus hijos es dar a luz a un hermano o hermana con quien crecer. Pero los sueños se hacen añicos cuando estos mismos niños se sueltan y se atacan entre sí verbal o físicamente.
Intervenir en un conflicto entre hermanos es como pisar hielo fino.
Por un lado, el padre siente el deber de proteger a la víctima, por otro lado, ¿Qué pasa con el abusador que está igualmente lleno de frustración? ¿Cómo deben comportarse los adultos en tales situaciones, manteniendo una relación con cada uno de los niños?
El conflicto entre hermanos es un área donde los padres anhelan resultados rápidos. De hecho, solo la madurez puede proporcionar la respuesta final a su relación incivilizada entre ellos. Hasta entonces, tendremos que tomar la iniciativa.
Al hacerse cargo e intervenir en las disputas de los niños, preste atención a los siguientes puntos:
- Controla las circunstancias, no al niño
Durante los conflictos, los niños necesitan adultos que puedan intervenir y participar activamente en la estabilización del caos resultante . Significa actuar en el momento y dirigirse a ellos con las siguientes frases: “No funciona”, “Hay que detenerlo”, “No golpees a tu hermano” o “No le grites a tu hermana”.
Es importante tomar el control de las circunstancias en sus propias manos y no tratar de controlar a un niño descontrolado. Si necesita ir a distintas salas, intenta hacerlo sin provocar un sentimiento de vergüenza, por ejemplo, así: “Necesitamos un descanso” o “Te ayudaré a buscar otra actividad, porque esta no funciona”. También puede resolver el problema en el momento, siempre que los niños estén emocionalmente sintonizados con usted.
Las situaciones en las que los adultos no pueden intervenir en un conflicto entre hermanos pueden ser dolorosas para los niños. Si un adulto socava constantemente su posición de alfa protector y cariñoso, la relación puede verse afectada.
- Céntrese en la comprensión, no en el juicio
Para proteger su relación con ambos niños, no debe asumir el papel de juez y jurado. Si el propósito de su intervención en el conflicto es establecer justicia y designar al culpable, entonces en algún momento uno de los niños se sentirá traicionado y el incidente ya afectará su relación .
En cambio, puede escuchar y aceptar los sentimientos y frustraciones de cada niño. Por ejemplo, “Estás molesto porque tu hermana te gritó” y “Estás molesto porque te rechazaron”. Por un lado, les haces saber que los problemas no se pueden resolver de esta manera, por otro lado, les haces saber que comprendes sus sentimientos .
Cuando se pone emocionalmente del lado de cada niño, transmite su apoyo a los niños y les permite resolver problemas de conducta . Por ejemplo, “Puedo ver que ambos están molestos y los ayudaré a encontrar una manera de compartir este juguete”.
Si su hijo mayor tiene un día difícil en la escuela y se desahoga con la frustración de una hermana menor, puede acercarse y decir: “Veo que ha tenido un día difícil y la frustración está empezando, pero su hermana no tiene nada que ver con eso. Estoy aquí para ayudarlo a sobrellevar esto “.
Cuanto más ayude a los niños a comprender las emociones que impulsan las conductas problemáticas, es más probable que el niño actúe de manera diferente la próxima vez. Son las emociones las que gobiernan el comportamiento, y es con ellas con las que debemos trabajar.
Para mantener una relación con más de un niño al mismo tiempo, es importante superponer el comportamiento problemático y transmitirles su deseo de estar del mismo lado con cada uno de los niños, independientemente del comportamiento. Si es necesario discutir el incidente, es mejor hacerlo más tarde, uno a uno con cada niño.
- Utilice su relación para cultivar buenas intenciones.
Cuanto más fuerte sea la relación con su hijo, más podrá influir en su comportamiento en el futuro. Una vez que se haya resuelto el incidente, puede invitarlos a tener buenas intenciones diciendo: “Llámame si necesitas ayuda” o “Divide los juguetes entre ustedes y luego cámbielos” o “Trate de negociar”.
Si bien aún pueden olvidar sus buenas intenciones en el calor de una discusión, de una forma u otra esto allana el camino para otros posibles escenarios para resolver conflictos de acuerdo con sus expectativas.
También es útil recordar que cuando los niños están emocionalmente abrumados, es posible que no se comporten de la mejor manera posible, aunque sepan qué hacer (esto también se aplica a los adultos). La madurez emocional requiere tiempo y paciencia. Necesitamos mantener relaciones sólidas con los niños para que crezcan y nos permitan guiarlos.
- Cree una rutina y rituales diarios
Si los niños se pelean regularmente entre sí, podría tener sentido reconsiderar la rutina diaria general e introducir algunos rituales.
Por ejemplo, si los niños en edad preescolar se quedan solos la mayor parte del tiempo, lo más probable es que luchen por el territorio, los juguetes y la atención de los adultos. Lo mismo ocurre con los patios de recreo sin vigilancia y las vacaciones escolares.
Una parte integral del entorno y la forma de vida del niño es la supervisión y participación de adultos responsables que pueden intervenir y orquestar acciones adicionales si es necesario. En el caso de los niños mayores, sería prudente que un adulto así estuviera cerca e interviniera en caso de comunicación inapropiada.
En ausencia de una rutina, hay más opciones de acción. El orden y los rituales establecidos orquestan el comportamiento, reduciendo el número de motivos de conflicto. Por ejemplo, si tiene una rutina de quién va primero o cómo compartir juguetes, entonces no habrá nada que los niños puedan entender.
- Recuérdeles las similitudes
Para profundizar y fortalecer el vínculo entre hermanos y hermanas, combínelos en un nivel de similitud. Para activar los instintos de pertenencia y lealtad, puedes asignarles tareas conjuntas, jugar juntos y divertirse.
Apoye al niño mayor en su papel de “hermano y hermana mayor” y anímelo a ayudar al menor. Cuando un niño está más alto en la jerarquía y ayuda a los más pequeños, esto lo cambia automáticamente del modo de competencia al modo de cuidado.
Resumiendo
La única forma posible de evitar conflictos entre hermanos es tener un solo hijo. El conflicto es una parte integral del cuidado de dos o más personas inmaduras al mismo tiempo. El conflicto también es parte de las relaciones humanas, ya que todos tenemos diferentes sentimientos y necesidades.
Nuestra tarea es liderar, ser el alfa en el conflicto, mantener relaciones y aceptar las emociones de cada uno de los niños. Necesitamos mantener el orden, guiarlos hacia una forma de relación más civilizada y ser pacientes hasta que, con nuestra ayuda, el crecimiento dé frutos: madurez emocional, reflexión, independencia y moderación.
Autor: Deborah McNamara
Revisión de traducción informal al español: Katina Sobrevals.
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